Época:
Inicio: Año 600
Fin: Año 1999




Comentario

En medio de una laguna de unos 50 km de longitud y 15 de anchura (551 km2 de superficie) se encuentra la ciudad de Venecia, un compacto conjunto formado por 118 islas muy cercanas entre sí que se unen gracias a más de 150 canales. Una franja arenosa la separa del mar Adriático, permitiendo el paso por tres puntos: el Porto Malamocco, el Porto di Chioggia y el Porto di Lido. Los canales, tanto naturales como artificiales, son navegables y están balizados por postes. La profundidad media de la laguna es bastante escasa y en la mayoría de las zonas no sobrepasa los 2 metros de profundidad.
El origen de la laguna veneciana debemos buscarlo en los sedimentos depositados por los numerosos ríos que, procedentes de los cercanos Alpes, desembocan en el Adriático. Los llamados lidos, bancos de arena más o menos fangosos, fueron creándose en la zona para configurar un espacio casi inigualable.

En la laguna veneciana podemos encontrar cuatro tipos de superficies: las no sumergibles, es decir, islas, islotes y diques, que conforman un cuarto de la superficie total; las superficies sumergidas sólo por las grandes mareas, denominadas barene, tierras de vegetación adaptada al medio salino que tienen unas características similares a las marismas; las zonas que se sumergen con cada marea, de vegetación acuática, apreciable con las mareas bajas; y los canales, tanto artificiales como naturales.

En la laguna encontramos una insólita mezcla de agua dulce y salada que se renueva constantemente gracias a las corrientes y las mareas, movimientos que permiten la purificación de las aguas, tanto de la laguna como de los canales. Las zonas que reciben el aporte constante de agua fresca forman la llamada laguna viva, mientras que el resto constituye la laguna muerta. En el mar Adriático las mareas se producen cada seis horas, llegando al mismo tiempo a los tres pasos naturales de la laguna, frenando las aguas dulces el paso de la corriente salada, penetrando ésta de manera pausada. Sin embargo, en ciertos días durante algunos meses del año, especialmente octubre, noviembre y diciembre, se produce el fenómeno denominado "Agua alta" inundándose la mayor parte de la ciudad. Este fenómeno provoca importantes daños y supone un gran peligro para la estabilidad de los edificios. El "Agua alta" se debe a la consecución de diversos factores: condiciones meteorológicas adversas como el viento del este, la saturación de amplios espacios de la cuenca de la laguna, el lento hundimiento de la ciudad, la escasa diferencia entre mareas alta y baja y la transformación de algunos canales de la laguna debido al trastorno del flujo natural de las corrientes marinas.

A pesar de estas difíciles condiciones medioambientales, los venecianos consiguieron aprovechar las particularidades del terreno para crear una floreciente república con un buen número de señas de identidad, entre las que destacan sus espectaculares edificios. Los estratos superiores de los islotes donde se levantan no ofrecían la suficiente garantía para alzar la mayoría de las edificaciones, por lo que antes de iniciar la construcción sería necesario realizar obras de cimentación. Para ello se consolida el terreno clavando largas estacas de madera sobre la que se construye una sólida plataforma con tablones, para nivelar la estructura. En la cimentación de la iglesia de la Salute se clavaron "un millón, ciento seis mil y seiscientos cincuenta y siete estacas de roble, aliso y alarce, largos una media de cuatro metros. Esta obra duró casi dos años y dos meses. Sobre la empalizada se construyó una espesa balsa de tablones de roble y alarce bien unidos y trabados entre sí". Otro ejemplo; los cimientos que sostienen el puente de Rialto son doce mil estacas.